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La crisis humanitaria en los campos de refugiados de Bangladesh alcanza un nuevo nivel de horror

Foto del escritor: ClandestinoClandestino

Los niños están muriendo de hambre a un ritmo alarmante, enfrentando los peores niveles de desnutrición desde el éxodo forzado de 2017. Según Rana Flowers, representante de UNICEF en Bangladesh, las hospitalizaciones por desnutrición aguda severa han aumentado un 27% solo en el último mes. Más de 38 niños menores de cinco años requieren atención de emergencia cada día.

© Dar Yasin
© Dar Yasin

La situación se deteriora rápidamente. "Si no se aseguran nuevos recursos, la mitad de los niños que necesitan tratamiento serán abandonados a su suerte y morirán", advirtió Flowers. Se estima que al menos 7.000 niños están en riesgo inminente de muerte por inanición.


Bangladesh alberga a más de un millón de rohingyas apátridas, expulsados de Myanmar tras la brutal represión militar de 2017. De ellos, aproximadamente 500.000 son niños que viven en condiciones insalubres en los campos de Cox’s Bazar. Un monzón prolongado el año pasado empeoró la crisis, propagando enfermedades como el cólera y el dengue, mientras la escasez de alimentos alcanza niveles críticos.


El colapso de la financiación mundial de la ayuda humanitaria empuja a los refugiados al extremo de la desesperación. "Las raciones de alimentos han alcanzado un punto crítico", denunció Flowers. Según el Programa Mundial de Alimentos, sin nuevos fondos, las raciones podrían reducirse a menos de la mitad, cayendo a solo 6 dólares por mes por persona, una cantidad muy por debajo de las necesidades básicas de supervivencia. Las mujeres embarazadas y lactantes están entre las más vulnerables.


Regresar a Myanmar es imposible. Hace solo 10 días, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, declaró que el país sigue sumido en una de las peores crisis de derechos humanos del mundo, con los militares llevando a cabo una brutal campaña de terror contra la población.


Para los refugiados en Bangladesh, la situación no es menos cruel. Sin derechos laborales, su supervivencia depende exclusivamente de la ayuda internacional, que se está agotando. "El apoyo humanitario sostenido no es opcional. Es una cuestión de vida o muerte", insistió Flowers.


La crisis se agrava con la congelación de la financiación de Estados Unidos. UNICEF obtuvo una exención humanitaria para seguir distribuyendo alimentos terapéuticos a niños gravemente desnutridos, pero sin nuevos fondos, los servicios de emergencia finalizarán en junio de 2025. El Departamento de Estado de EE.UU. anunció que el 80% de los programas de USAID están siendo cancelados, reduciendo drásticamente la respuesta humanitaria en la región.


Los recortes en los recursos afectan áreas esenciales: las clínicas están cerrando, se han suspendido las vacunas y el acceso al agua potable y saneamiento está colapsando. "Sin una acción inmediata, los brotes mortales se propagarán. Estamos hablando de un genocidio por negligencia", advirtió Flowers.


El Secretario General de la ONU, António Guterres, visitará Bangladesh esta semana para reunirse con refugiados rohingyas en Cox’s Bazar como parte de su agenda de solidaridad durante el Ramadán. Pero las visitas no alimentan a los niños. Y con cada día de incertidumbre, más vidas quedan enterradas bajo los escombros de un mundo que ha decidido olvidar a los rohingyas.

 

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